Imagen de la película de Sabotaje, de Alfred Hitchcock, en 1942.

Crítica de Sabotaje: patriotismo en huida

Esta película cuenta la historia de Barry Kane, un mecánico en la aviación estadounidense que es víctima de la incriminación a manos del saboteador, culpable de un terrible incendio en su fábrica. Pronto se verá envuelto en una persecución incansable por parte de la policía que, ante su constante huida y las evidencias del caso, intentará arrestar al protagonista.

  • Género: suspense e intriga
  • Director: Alfred Hitchcock.
  • Reparto: Robert Cummings, Priscilla Lane y Otto Kruger. 

Aquí el tráiler de Sabotaje:

Crítica de Sabotaje

Alerta spoiler: si no has visto la película, puedes tragarte algún spoiler a continuación.

El inicio de esta película es muy bueno con unos créditos de inicio añejos que se interrumpen prontamente por una oscurísima humareda. El incendio resultante mata a uno de los más queridos de Barry, lo que le deja marcado. Tras unas conversaciones con la policía que investiga el suceso al creer en un posible sabotaje (ya Hitchcock, el director, va encaminando la trama).

Kane se dispone a dar la triste noticia del fallecimiento de su compañero a la madre de éste, lo que le lleva al primer encuentro de ingenio, oportunidad y suerte de los muchos que presenta la película. Las fuerzas del orden le buscan bajo la sospecha de que él es el saboteador al rociar con gasolina las instalaciones, aunque el héroe de la historia se pensaba que se trataba de un extintor normal y corriente.

Cuando Barry conoce estas circunstancias no le queda nada más que huir aprovechando situaciones de lo más variopintas, pero Hitchcock nunca llega a exceder el límite del ridículo. Incluso es entretenido como el británico presenta situaciones totalmente tensas que se solucionan fortuitamente; el suspense lo cocina con ímpetu a pesar de que para espectadores más avezados pueda resultar repetitivo. Es ameno disfrutar de las técnicas huidizas de Kane y de las formas del Maestro del Suspense en ir implementando elementos como los carteles publicitarios tan directos como el de: «Te están siguiendo» o «Delante de tu funeral» con la imagen de Priscilla Lane. No obstante, llegas a plantearte el título de la película con tanta escapada, luego se resuelve.

Imagen de la película de Sabotaje, de Alfred Hitchcock, en 1942.

Las escapadas las hay inspiradas (el puente, el motor de coche, la subasta de joyas) y menos como la de los artistas circenses. Esa parte de la película es para cortarla y no tener ningún remordimiento. La sobrina de un ciego que ayuda al protagonista es una modelo de carteles que, como es el único hombre guapo de la película, se enamora locamente de él. Primero le quiere entregar a la policía, que es lo más lógico, pero escucha el discurso sobre los deberes del ciudadano y se convence. Bueno, intenta llevárselo a la comisaría, pero enseguida se lo dice no sé si queriendo que la pararan.

Y es que el amor no lo forma el entendimiento, las aficiones comunes o las vivencias compartidas, para Lane es el miedo a las serpientes. El miedo a ser mordida por una serpiente es lo que lleva a una mujer a confiar en ti por mucho que te busque toda la policía por cargos de terrorismo y a querer casarte contigo o que le pertenezcas. El personaje femenino tiene alguna relevancia e ingenio, pero siempre subordinado al principal y aún parece idiota en la escena del libro titulado Escapada de la biblioteca, a lo que parece responderle: «No, si ahora no voy a leer». Y más al final en lo que lo único hace es retrasar al malo.

Análisis de los personajes

Los frikis de circo dan mucha pena. Están formados por el hombre-bala, la mujer barbuda, el enano antipático, las siamesas de chiste fácil (con el tópico de que discuten entre sí) y la peor: la montaña humana, que no deja de ser una mujer gorda y muy enternecedora. No tiene ningún rasgo físico destacable por el que se pueda burlar. Todos son una suma de clichés sobre el circo como seres extraños, pero amables. Tanto es así que, tras otro discurso sobre la criminalidad, la justicia y la democracia, Priscilla Lane se disfraza de encantadora de serpientes (el amor reptil de los protagonistas) y los toscos policías se quedan flipando ante la belleza impropia del lugar como si esos miembros del espectáculo fueran inferiores. Esos diálogos junto con los de la pertenencia del amor son los que peor han envejecido.

En su camino el protagonista conoce a personajes humildes, pero muy amables y simpáticos. Sin embargo, la justificación que da el guion para estas actitudes debe de ser la de que entre buenos nos ayudamos porque apenas llega a interactuar con ellos. El camionero solo habla con él sobre baches y el ciego parece que tiene un radar de moralidad norteamericana porque es tan listo (tan listo que toca el piano y hace la comida en apenas segundos) que ya sabe que Barry no es un criminal y le quita las esposas. Menos mal que Kane no es un asesino serial de esos que abundan en América, como nos han enseñado los medios audiovisuales, que si no… 

Hay dos escenas de especial humor donde Barry huye. La de la finca en la que se escapa gracias a que había una bebé por ahí, sin cuidar; y la del salón de baile en el que va diciendo a cualquiera la trama de la película y nadie le cree, claro. En el salón de baile un matón le apunta con una pistola y un sirviente se lo indica para que no hable demasiado, pero la distancia es demasiada como para ver una simple pistola.

El contexto de la Segunda Guerra Mundial

Esta película está fuertemente marcada por el profundo contexto de la Segunda Guerra Mundial por las constantes charlas sobre la libertad, la justicia y la democracia que se personalizan en la intachable patria de los Estados Unidos que siempre se ha diferenciado por la moral inquebrantable que ha hecho valer a partir de su fundación, un momento histórico en el que los monos por fin vieron nacer a la humanidad. Se comenta constantemente los deberes del ciudadano americano para con la patria y, para más evidencia, hay que ver ese simbólico final en la Estatua de la Libertad entre el villano que cae y el héroe que se alza en pro de los indefensos, lo que supone un tinte propagandístico de la obra fílmica bastante obvio.

Los enemigos de la nación son un conjunto de ricachones que pretenden derrocar el gobierno de los Estados Unidos, en lo que creo que hace referencia al nazismo, más aún con la anécdota del niño rubio. Son villanos efectivos, pero sin base. Son malos porque son odiosos y sedientos de poder contra los humildes americanos que viven siempre en paz y que nunca han hecho sufrir a nadie. Ya sabemos por las películas que los norteamericanos ganan guerras con diplomacia y amor y por eso no tienen ejército.

Conclusión: opinión

En definitiva, es una película muy entretenida, pero no deja de ser una obra menor de Alfred Hitchcock en la que se notan las presiones de la productora por meter una historia de amor forzada e irreal que sucede repentinamente. Hay algunos aspectos que no han llegado muy bien a nuestros días, pero el caso es que consigue de forma efectiva captar el suspense y llegas a sudar ante las huidas de Cummings, por mucho que algunas sean demasiado oportunas. 

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