El colapso es una miniserie francesa basada en un futuro distópico donde la sociedad colapsa.

El colapso: la miniserie que nos hizo reflexionar en plena pandemia

El colapso es una miniserie francesa de drama que se sitúa en un futuro distópico en el que se produce un colapso en la sociedad (aunque está centrado en Francia, se supone que es mundial). Durante los 8 capítulos de la serie, de unos 20 minutos cada uno, viajamos a distintas localizaciones y momentos donde vemos la desesperación y el sufrimiento de las personas que hacen todo lo posible para sobrevivir a esta situación.

La serie, cuyo nombre original es L´effondrement, es del año 2019 y está disponible en Filmin y en Movistar Plus. El colapso ha sido creada por el colectivo Les Parasites, compuesto por tres realizadores: Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto. Como curiosidad, la serie lanza un mensaje de respeto al medioambiente y en la producción se valoró este aspecto aprovechando los escenarios, recursos y transporte con el menor impacto posible.

A continuación, te cuento mi percepción de cada uno de los minicapítulos. La recomiendo totalmente, además es muy rápida de ver, por lo que intuirás que mi crítica de El colapso es buena.

Puedes ver el tráiler aquí:

Alerta spoiler: si no has visto la serie El colapso, puedes tragarte algún spoiler a continuación.

Capítulo 1: El supermercado (Día 2)

Nos adentramos en la serie con una escena aparentemente rutinaria en un supermercado cuando percibimos un apagón repentino, tras ver una serie de noticias que se suceden sobre una situación de desabastecimiento de combustible y, por tanto, de falta de mercancía que no puede transportarse.

Continuamente los clientes preguntan al dependiente sobre productos que faltan: filetes de carne, tampones, arroz, mantequilla, pescado, … El trabajador dice continuamente que a la mañana siguiente repondrán las estanterías o que están teniendo problemas debido a que no llegan pedidos.

Es la primera ocasión en la que podemos comparar una situación de esta serie con algunos hechos reales que vivimos en la pandemia a causa de la COVID-19, como la desaparición del papel higiénico que nos tomamos con humor tras un tiempo o la cantidad de harina para hacer pan que se vendía.

La primera reacción que vemos en Omar es el rechazo: negarse a abandonar su trabajo y sus obligaciones, como los exámenes parciales a los que alude; a pesar de que se va mostrando cómo está degenerando la situación en otras zonas de Francia donde el desabastecimiento está más avanzado, o la huida de su novia. Finalmente, cuando cambia de opinión al ver los fallos de tarjetas de crédito y cajeros para poder llevarse la comida, acaba ayudando a sus amigos y siendo atrapado por los guardias de seguridad.

Capítulo 2: La gasolinera (Día 5)

Sin embargo, el segundo capítulo queda más lejos de la realidad que el primero: la gente paga con comida la poca gasolina que queda en una gasolinera, imponiéndose el trueque. 40€ valorados en comida por 5 litros de gasolina, con lo que ha llenado un camión de comida para marcharse.

El dinero ya no vale porque no hay suministros y la situación se desata cuando un policía dispara a uno de los dueños del negocio. Las personas que hacían cola para adquirir combustible comienzan a entrar al establecimiento en busca de bidones o comida. Christophe, el propietario, intenta huir con su hijo Lucas y el resto de familiares que, aunque entre algunos de ellos no conocemos exactamente el parentesco (sí podemos imaginarlo), empatizamos con la desesperación.

El final de este capítulo es estremecedor: tras oír varios disparos sin saber su procedencia, vemos que el padre que intentaba adquirir gasolina en un principio junto a sus dos hijas se ha hecho con la pistola (no sabemos si ha matado a alguien) y acaba amenazando a los protagonistas, llevándose el camión y eliminando todo rastro de infancia e inocencia en las dos niñas.

De nuevo en este capítulo vemos cómo la avaricia por conseguir más o la indecisión de marcharse antes de tiempo juega un papel crucial en sus destinos.

Capítulo 3: El aeródromo (Día 6)

En este caso se nos presentan las diferencias de personas con distinto poder adquisitivo ante el colapso. Un multimillonario recibe una llamada de aviso en la que han puesto en marcha una operación de desalojo: se trata de un caro seguro que te permite viajar a un lugar que no se conoce en caso de una emergencia importante para salvar tu vida y resguardarte en un alojamiento tranquilo.

Lo más increíble de todo esto es que existe de verdad: se trata de un búnker para millonarios en los que todo está preparado ante un hipotético fin del mundo, exagerando la situación; o un colapso. Son búnkers subterráneos que no se sabe dónde se encuentran, ni los propios clientes, pero que ponen en marcha un plan de desalojo y traslado en caso de emergencia, con alimento para un año y seguridad suficiente para aguantar un ataque nuclear.

Y eso es lo que se activa en el protagonista de este capítulo, que prefiere perder los pocos minutos que le quedan en intentar meter en el coche algún cuadro famoso para conservar su fortuna allá donde vaya. Imaginamos que para seguir siendo respetado en un mundo donde el dinero no vale nada.

Después de que el mando de la puerta automática no funcione o el chófer se niegue a transportar a un ser humano egoísta, vemos que la avaricia rompe el saco. O te hace perder el viaje de avión por el que has pagado una fortuna para salvarte en caso de colapso.

Pero en este capítulo no siempre ganan los buenos, y aunque un cuadro de Van Gogh no es suficiente para coger prestada una avioneta privada en un escenario de este calibre; tras rociar el líquido con el que el auténtico dueño está limpiando su avión, el multimillonario consigue escaparse hacia su lugar de destino.

Capítulo 4: La aldea (Día 25)

De nuevo, como en el capítulo 3, la avaricia rompe el saco. Varias personas se trasladan a pie hasta una aldea, debido al caos generado en las zonas urbanas y la falta de alimentos. Stéphane, Carine, Mathieu y sus hijas se reúnen en un pequeño espacio rural donde se autoabastecen.

Sus habitantes crean un consejo para decidir si acogen o no a los recién llegados, debido a la falta de recursos. Sospechando que no los aceptarán y perderán las pocas pertenencias que les quedaban, los protagonistas de este episodio deciden buscar dónde tienen almacenada la comida para robarla y marcharse.

Tras matar a varias personas por tratar de sobrevivir egoístamente, los aldeanos dan la buena noticia de que finalmente aceptarán a todos en su espacio. Si hubieran esperado un poco…

Como ocurre en todos los capítulos, no vemos el desenlace, pero ¿qué crees que pasaría? En mi caso, he pensado un final macabro (como todo en la serie): he imaginado que el padre de las niñas fingiría que Carine les ha obligado a hacerlo, para así intentar demostrar su inocencia y poder quedarse en la aldea.

Capítulo 5: La central (Día 45)

45 días después del gran colapso, un ingeniero nuclear y multitud de voluntarios tratan de hacer tiempo mientras varios técnicos intentan reparar la presa de una central nuclear: llevan cubos de agua para enfriar el combustible, haciendo turnos de día y de noche para no parar de hacerlo.

Sin embargo, la amenaza de que estalle es evidente y cada vez los voluntarios están más agotados. Cuando reciben la noticia de que la presa no puede repararse debido a la falta de piezas de repuesto, el principal objetivo es evacuar a los municipios cercanos y evitar así la radiactividad que expulsa la central.

Notamos que algunas de las personas que participan son conscientes de que están ganando tiempo y que la central explotará, pero así conseguirán salvar a miles de personas de alrededor. Este capítulo y el siguiente son la cara de la solidaridad durante el colapso.

Capítulo 6: La residencia (Día 50)

El capítulo de la residencia es sin duda el episodio más duro de la serie: tras 50 días desde el colapso, un enfermero continúa cuidando de los enfermos de una residencia, siendo el único que ha seguido quedándose allí.

Día tras día les prepara la comida, les da sus medicinas correspondientes y les hace compañía. Pero un día un grupo de personas (entre las que se reconoce al dueño de la gasolinera, su mujer y uno de los jóvenes), roban todas las provisiones de las que dispone para seguir manteniendo con vida a las personas ancianas. Sin nada que poder preparar para subsistir, el enfermero toma la más difícil de sus decisiones: acabar con la vida de los internados.

Una de las pacientes, que está completamente cuerda, tiene una especial relación con el enfermero: pinta en las paredes los dibujos que ella le dice y van decorando la habitación en la que está en cama. El enfermero encuentra la forma en la que menos puede hacerles daño (vemos cómo descarta la opción del bisturí), a través de una bombona de butano y una mascarilla, de manera que se queden inconscientes.

Al contarle lo que ha ocurrido con el robo de los alimentos y lo que pretende hacer, la mujer intenta quitarle importancia a la brutal situación: “he tenido una vida preciosa y no me da miedo morir, ¿vale? Venga, vamos, dame la mascarilla”. Es ella misma la que lo hace, mientras el enfermero acude a la ventana a pintar el último boceto que ha recibido de ella ese mismo día: un cohete. Es estremecedor.

Capítulo 7: La isla (Día 170)

Este capítulo es algo extraño. A 170 días del colapso, una mujer que se encuentra en una isla lucha por llegar a un barco antes que otras personas que se encuentran allí. Tras lograr subirse antes que el resto y huir, comienza a buscar cosas en el barco, entre ellas algo de comida, que se va racionando poco a poco por si el viaje es largo.

Consigue comunicarse con alguien que le pregunta la posición y su código, por lo que nos deja entrever que ha conseguido una plaza en algún lugar que suponemos que está preparado para sobrevivir, dada la situación.

Cuando llega a la frontera, que está totalmente protegida, ve cómo otros barcos se han quedado también atrapados en ese lugar, y en uno de ellos hay varias personas muertas, con una única superviviente con la que no consigue entenderse. Posteriormente vemos cómo un dron acude al lugar para observar si hay alguien, y la protagonista descubre que ejecuta todo rastro de vida humana.

Al enseñar una tarjeta negra, el dron se mantiene observándola y vuelve a irse, por lo que entendemos que la tarjeta, y el código que se mostraba en la vela del barco, es el modo de demostrar su plaza.

A mi modo de ver, creo que los barcos que iban llegando al lugar en el que se encuentran varias personas al comienzo del episodio traían consigo un código y una tarjeta, de manera que quien consiga hacerse con ese viaje tiene un destino asegurado. Al parecer, dado que en el otro barco donde había varias personas acaban asesinadas, solo hay espacio para una única persona: quien consiga superar todas esas macabras pruebas.

Capítulo 8: La emisión (5 días antes)

El último capítulo de la serie se sitúa 5 días antes del colapso de la sociedad, cuando un grupo de activistas medioambientales y un científico planean entrar en un plató donde la Ministra de Ecología está siendo entrevistada en un tono relajado por parte de los colaboradores, para difundir el colapso que se avecina.

Cuando estos activistas consiguen colarse en el plató, el presentador intenta hacer bromas debido a su entrada en directo tras pasar toda la seguridad. La propia ministra, que sigue el juego, alega que conoce al científico y junto a otros colaboradores del programa muestran imágenes y aspectos de su pasado para ridiculizarlo, diciendo que es un “colapsólogo” o un “supervivencialista” y que viene a anunciar el fin del mundo como si fuera un antisistema.

Ante el mensaje de amenaza social y económica, la ministra defiende que las fatalidades que auguran se pueden solucionar con un consenso internacional (se ve la risa del científico), los gestos cotidianos y la responsabilidad de cada individuo mediante el reciclaje de los residuos o la agricultura orgánica, la energía solar, … El científico desmiente que la energía verde sirva para frenar el cambio climático, y que el crecimiento que hay actualmente colapsará tanto si sigue haciéndose como si se para.

Tras acabar de ridiculizarlo con banalidades (el presentador le pregunta que si nunca le han invitado a una fiesta, obviando su discurso) y aprovechando los nervios del científico, el programa entra en publicidad y sacan al divulgador del plató, deteniendo a todos los integrantes.

Como sabemos, 5 días después estalló el colapso, y la apariencia de chiflado que veíamos en este científico se torna en una realidad en un tiempo menor de lo que había previsto.

Su característico plano secuencia

El plano secuencia que utiliza la serie El colapso es un papel más en la trama y en el avance de los capítulos. Debido a este recurso cinematográfico percibimos la situación en primera persona, como si estuviéramos viviendo esas escenas de verdad.

En el primer capítulo en el supermercado nos hace reflexionar si también robaríamos esos tampones o iríamos en busca de arroz cuando el resto de personas no lo tienen y nos jugamos nuestro puesto de trabajo. En el episodio de la residencia sentimos la impotencia del enfermero y en el de la isla la desesperación de la mujer por llegar a un destino con recursos.

Conclusión: la recomiendo al 100%

Es una serie que recomiendo muchísimo: todas sus pequeñas historias enganchan y a mí me ha dejado con ganas de más, aunque se pase mal viendo cada capítulo. Yo me vi la miniserie en tres tardes y no quería dejar de verla (dada su corta duración, puedes verla en menos tiempo).

Recomiendo prestar mucha atención y no despegarse de la pantalla: al final cada episodio son unos 20 minutos y están rodados en plano secuencia, algo para valorar enormemente debido a su dificultad.

El colapso es una miniserie francesa que te hace reflexionar sobre el modo de actuar de las personas ante una situación extrema de supervivencia, falta de recursos y de sálvese quien pueda. Cada capítulo muestra momentos completamente diferentes, pero también personalidades diversas: egoísmo, avaricia, solidaridad, indiferencia, protección, cariño o lucha (no en ese orden). No sabremos qué haríamos ante un suceso de tal magnitud, pero sí nos hace pensar sobre las consecuencias que tendrían nuestras decisiones.

¿Te ha gustado? ¡Ayúdanos compartiendo!

Un comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *