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Mi querida niña: explicación del final y de la historia de la serie

“Mi querida niña” es una miniserie de suspenso y thriller psicológico de Netflix estrenada en 2023. La trama se centra en Lena, una mujer que escapa de un secuestro y que revela toda una pesadilla relacionada con la desaparición de una mujer 13 años antes.

¿Es una historia real?

No, la miniserie “Mi querida niña” no está basada en hechos reales. Se trata de una adaptación de la novela de Romy Hausmann del mismo nombre, con personajes ficticios que tratan temas como la psicopatía, el abuso y el sometimiento.

El reparto y las interpretaciones en general son bastante buenas, destacando la de la niña Naila Schuberth, que transmite desde pena hasta rabia porque lo que decide es lo que cumple el secuestrador. También la de Kim Riedle (que interpreta a Jasmin Grass), Jeanne Goursaud (Lena Beck), Christian Beermann (Lars Rogner, el secuestrador), Haley Louise Jones (Aida Kurt), Julika Jenkins (la enfermera Karin Beck) o Hans Löw (el policía Gerd Bühling).

Alerta spoiler: si no has visto la serie «Mi querida niña», entras en territorio de spoilers.

Comentarios sobre una miniserie dura de digerir

El comienzo de la serie ya te prepara para todo un entramado psicológico que gira en torno a un secuestro. La protagonista escapa y con ella su “hija” Hannah (después sabemos que no lo es), que tiene tan metidas las normas del secuestrador (su propio padre) que no percibe la realidad de otra manera. Dicho de otro modo: esa es su realidad.

La escena con la enfermera Ruth del hospital es estremecedora, con Hannah diciendo que su madre es muy torpe y hace cosas sin querer, que la acompaña al baño porque se cae, que le tiemblan las manos, que se da golpes en la cabeza con la mesa e incluso que intentó «matar a papá sin querer».

Esto pone en alarma a la enfermera, que va contando todo a la policía Aida Kurt, en lo que primero vemos como un intento de la protagonista de matar al que, supuestamente, sería su marido. Posteriormente sabemos que es el secuestrador y quien la somete a todo tipo de torturas, desde imponerle a qué hora tiene que ir al baño y qué tiene que comer hasta la violación constante para dejarla embarazada.

Hay una frase de Hannah que resume todo este entramado: «Todos sabemos cómo funciona todo. Tenemos nuestras normas». Y es que todo está orquestado para que en caso de fuga la niña defienda al padre y culpe a la madre. Y sobre todo: que todo lo que diga sea porque está pensado para que pase así.

Tanto que hasta en la propia operación de la protagonista, cuyo nombre real es Jasmin Grass, los médicos encuentran una gran complicación al ponerle sangre del grupo sanguíneo equivocado, que es el que dijo la niña (y el que tenía realmente Lena Beck).

Una realidad paralela en una “casa” con forma de jaula

Conforme avanza la serie vamos conociendo diferentes pinceladas que nos ponen en tensión, como que el hermano pequeño de Hannah, Jonathan, está solo en el lugar y se mantiene con un aparato de circulación para tener oxígeno, sin ventanas al exterior.

Los niños no tienen amigos, no van al colegio y cada vez que el secuestrador (su padre) entra tienen que enseñar las manos para demostrar que no tienen armas ni nada con lo que atacarlo.

Lo más terrorífico de todo es que la mujer secuestrada no es Lena Beck, sino Jasmin Grass, que no admite que es ella hasta que el policía, Gerd, le dice que está muerto (en un principio creemos que es el secuestrador, pero realmente es el hombre que la atropelló por accidente). Jasmin Grass tiene tan asumido que es Lena que le cuesta verlo diferente al liberarse: el secuestrador se encargó de “educarla” en fingir hasta creerse que ella misma era Lena, que los hijos eran suyos y que se tiñera de rubio como algo cotidiano para parecerse a la víctima con la que se obsesionó el secuestrador, tanto que le hizo hasta una cicatriz para que se asemejara lo máximo posible.

La serie trata muy bien la violencia psicológica a la que ha sido sometida, con las voces de él en la cabeza cada vez que quiere intentar hablar, incluso cuando cree que está muerto.

Mi querida niña

Explicación del final de “Mi querida niña”

El final no deja lugar a dudas: finalmente Jasmin Grass mata al que ha sido su secuestrador, violador y torturador durante meses. En lo que creemos que es una vuelta a su verdugo, como si fuera el síndrome de Estocolmo, solo es una estrategia de la protagonista para engañarlo.

Sabe que la está viendo por las cámaras, y en base a eso no le cuenta nada al policía, sigue tiñéndose de rubio y hasta se guarda un cuchillo a sabiendas de que él lo sabe. De ahí el giro de guion sacándose el cristal que la niña le dio en el hospital para que no se olvidara de él, que usa finalmente para matarlo.

Otra escena que demuestra el control absoluto de Lars es cuando la enfermera avisa a la policía de que parece que el secuestrador está vigilando a Hannah. Casualmente se «cae de la escalera» al cambiar una bombilla en casa. Y a Jasmin le entregan una bolsa de compra con las chocolatinas y el tinte que tenía cuando estaba secuestrada.

Hannah es el centro de todo

Un punto importante en el desarrollo de la historia y también en el final de “Mi querida niña” es precisamente lo que da nombre a la serie: el personaje de Hannah. Hannah es la primera hija que tiene Lena, y que recuerda perfectamente las historias de su madre sobre un faro en la playa, al que pide ir como último deseo antes de volver a la nueva “casa” que el secuestrador ha hecho.

Cuando Lena muere a causa de las complicaciones del parto, el secuestrador busca constantemente llenar el vacío de la víctima con nuevas mujeres a las que obliga a hacerse pasar por la fallecida, haciéndoles la cicatriz en la mano, obligándolas a que se tiñan y respondiendo ante el nombre de “Lena”. 13 años después de su muerte, Jasmin Grass es la única mujer que logra asemejarse a Lena Beck, y es por eso que el secuestrador la mantiene con vida cuando se escapa, porque Hannah le dijo que esa mamá le gustaba (entendemos que las anteriores no, y por eso la policía encuentra otros dos cuerpos en el bosque).

Fue Hannah la que mató al hombre que atropelló por accidente a Jasmin, cuerpo que utiliza Lars Rogner para hacerlo pasar por él mismo, con la cara completamente desfigurada por los golpes con el cristal. El secuestrador hace lo posible por contentar a Hannah, tanto que le devuelve su juguete preferido, la señorita Tinky.

Espero que este final explicado te haya aclarado todas las dudas. Respondo también algunas preguntas clave que despeja la serie.

¿Quién es el secuestrador en “Mi querida niña”?

El secuestrador es Lars Rogner, hijo del propietario de la empresa de seguridad que investigan en la serie. Conoció a Lena durante una llamada de ésta porque se le cerró la puerta de casa sin tener las llaves y saltó la alarma, por lo que Lars acudió para solucionarlo como técnico de la empresa y fue al conocerla cuando se obsesionó con ella, ideando todo lo que vemos en la trama.

¿Quién es el papá de Hannah?

El padre de Hannah no es el secuestrador, sino Florian, un antiguo novio de Lena, tal y como revelan las pruebas de ADN que hace la policía. Que, por cierto, tras saber la noticia no quiere hacerse cargo de la niña, por lo que se la llevan sus abuelos.

¿Quién es la madre de Jonathan?

El ADN revela que los dos niños, Hannah y Jonathan, tienen la misma madre, que es Lena, pero no el mismo padre. El padre de Jonathan en este caso sería Lars.

Además, faltaría una bebé, Sarah, que también era hija de Lena y por lo que parece murió también en el parto.

¿Te ha gustado el final de la serie? ¿Te lo esperabas? Te leo en comentarios.

También te dejo otro artículo con las mejores series de suspense que he visto o las mejores miniseries de Netflix.

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Irene Carretero

Periodista. Cinéfila que no puede dejar de decir "brutal" cuando alucina con una película, generalmente de esas que dicen que son raras. 📽️​

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